Recuerdos de una época pasada (pero tampoco muy lejana) ver de nuevo por las calles de la ciudad circular aquellos carruajes ya casi desaparecidos, genera nostalgias y afectivos recuerdos.
Arrumbados en algunos galpones de las estancias de la región, cada Fiesta de la Tradición, viejos carros y sulkys tirados por caballos, se ponen de nuevo en marcha, para revivir su andar simpático varias horas.
Era tradicional ver por las calles de tierra de 1900 a esos rodados tracción a sangre, llegando al poblado desde campos vecinos, para hacer compras en los negocios instalados del pueblo.
Autos y camiones fueron cambiando rutinas de vida. Calles y caminos pavimentados impulsaron otras maneras de desplazarse, pero hasta mediados del citado siglo, por La Carlota sulkys y pequeñas chatas se observaban con familias.
Así paulatinamente fueron desapareciendo y para varias generaciones, son vehículos históricos y desconocidos.
Por ello son mirados con admiración, cuando rejuvenecidos por pintura y arreglos, se mueven por avenida Yrigoyen, sumando presencia en la fiesta anual de la Tradición.
No faltaron tampoco, en el mañanero desfile, diversas tropillas entabladas.
Esto que inventó el criollo, para que la caballada no se disperse, y siguiendo a la yegua madrina, con su cencerro convocándolos.
Una atrayente presencia, que siempre llama mucho la atención.
Por supuesto, los que miran, esperan que el jinete haga girar a la yegua que lleva de tiro, para que el grupo de caballos realice idéntica evolución, siguiendo la órden que marca el sonido tenue del cencerro.
Es otro de los atractivos que el público (agrupado a la vera de la avenida), espera ver y aplaudir, premiando el trabajo paciente del tropillero, que pasó horas enseñando a los caballos, para que actúen de esa manera.